martes, 29 de enero de 2008

Happiness


St.Mark St. NYC, 2008

Entré al herbolario en busca de esas pastillas de la felicidad que publicitaban unos carteles multicolores en los vagones del metro.
- Me da usted dos cajas de pastillas de la felicidad y me dice qué pasa si me las tomo todas de una vez- pregunté a la dependienta.
- Oye mi tigre, que no es pa tomalas todas a la vez -me respondió la dependienta dominicana.
- Bueno, eso es asunto mío -le dije sonriente-, sólo quiero que me diga que efectos secundarios tienen, porque ¿es un medicamento o sólo una especie de placebo?
Es que yo soy un nuevo nihilista neoyorquino y las necesito todas a la vez, pensé.
- Mira lo más que te va a pasar, mi tigre, es que te entre una diarrea grande, pelo no son pa tomalas a la vez que luego…
- Que luego qué -le interrumpí.
- Que luego nada, que son malas pal el etómago, vamos que te vas a cagar -y soltó una carcajada de bruja mala.

Estoy sentado en el WC, esperando sus efectos secundarios y leyendo poesía. Al parecer las pastillas funcionan, estoy perfectamente. Perfectamente feliz.

lunes, 28 de enero de 2008

Franklin Station


Untitled, Brooklyn, 2008

Franklin es un gran mentiroso, se ha pasado la vida inventando historias vividas en primera persona que jamás le tuvieron a él como personaje principal, tal vez como secundario, como testigo presencial o ni eso. Porque Franklin siempre está leyendo algún libro de aventuras mientras espera que un dólar le caiga del cielo.
A Franklin le das un dólar y te cuenta: si una bala entrase por la sien izquierda de mi cabeza no llegaría hasta la derecha, porque se diluiría en el medio de mi cerebro en medio de tanta imaginación acumulada. Después canta: no le tengo miedo a las balas si son de plomo, sólo si tú disparas, Mary Jane, oh Mary Jane, sólo si tú disparas y me matas Mary Jane, con tus balas de plata Mary Jane.

La bachata nació en NYC y después fue aceptada en República Dominicana, al principio no caló demasiado porque era irreverente, o eso dice Franklin; las canciones consisten en historias de desamor cantadas en primera persona por un memo dolido porque le han robado la novia o porque ella se ha ido con otro voluntariamente cansada de escuchar sus lamentos; vamos, podríamos decir que, salvando las distancias de ritmo y distorsión, un poco así como las letras de J para Los Planetas.

Si queréis que Franklin os cuente una historia le encontraréis entre el taller y la licorería en Bedford Ave. Le tenéis que dejar propina. Yo le di cinco dólares a Franklin para que se tomase una botellita de Wishky.

sábado, 26 de enero de 2008

Testigo de Jehoback'


Jesus oh yeah!, London, 2006

Darío Dox, llega de America del Sur, no recuerda de dónde, y trabaja para una compañía constructora, lo conocí por casualidad porque fue el último en abandonar la obra de remodelación del edificio donde trabajo. Él se encargó, la ultima semana de obras, de: pintar la oficina de blanco trazando cruces de una forma irregular pero metódica, instalar las lucecitas en las señales de EXIT, desatrancar el retrete del servicio de señoras tres días consecutivos, instalar las cámaras de seguridad y llevarse a casa todas las herramientas que habían olvidado los electricistas, pintores, fontaneros y albañiles. Según él, todos los trabajos realizados esa última semana eran el reflejo de los siete designios de Dios, que se habían reflejado en esa semana al igual que se reflejan en todas las cosas, tanto pequeñas como grades. Empezamos a hablar porque el creyó ver en mí un enviado o algo así; no sé, pero todo el día se estaba descojonando conmigo.

Y como hasta ahora no tengo amigos, y estoy haciendo un documental sobre fenómenos paranormales en NYC, ando por ahí predicando con este perturbado mental. El sábado pasado fui a predicar con él a Jamacica, en Queens; él me dice lo que tengo que contar, el mensaje de Jesús que he de ser transmitido, y yo lo visto con mis palabras para darlo gradiosidad y elocuencia. Sobre todo, elocuencia. Tendríais que ver como pican; ya llevo vendidas 16 biblias y algún DVD de películas sobre dios y el diablo (me llevo 4$ por biblia y 2$ por DVD, el negocio son las biblias, el DVD se vende mejor pero te deja menos comisión).

Enseguida perdí la vergüenza (además, cuento con bastante experiencia en telemarketing) y el miedo, porque en este timo el único que puede salir perjudicado y lleva todas las de perder, e incluso ir a corte, es el timado; si te amenaza puedes demandarlo por ofender a tu derecho a la libertad religiosa o a la libre religión o la religión con libertad o a lo que sea. Hay un abogado que se encarga de todo el papeleo en la organización y que saliva odio, hambriento de una nueva demanda contra algún pobre hombre con un Satanás inside.

Pero además es que no les hace falta el abogado, están locos, completamente locos. A su cuñado, que predicó un tiempo en Los Ángeles, le echaron a patadas de una urbanización y se pasó casi un mes tirándose al morro de los coches de todos los que vivían allí para que le atropellasen, hasta que uno le atropelló y le indemnizaron.

Conocí a este sujeto en casa de Darío, yo iba con la intención de preguntarle sobre lo de la hazaña en LA para que entrase en detalles, pero no me atreví; se presentó con un collarín y un brazo escayolado, al parecer lo de aquella urbanización le había abierto las puertas a indemnizaciones suculentas a cambio de algunas lesiones corporales.

Estuvimos hablando de sus experiencias en México D.F. con los chupacabras. Fue ameno.

Actualización: si queréis la Pasión de Cristo, La última tentación de Cristo o Entrevista con el Vampiro (las demás son de cine de autor y cuesta entenderlas), pues son 16$ más gastos de envío, y de regalo un boletín de lo que antes, y en España, se publica como Atalaya o Atalanta o algo así).

jueves, 24 de enero de 2008

The Chelsea Hotel


32 ºF at Chelsea Hotel, NYC, 2008

Cuando Heath Ledger salía de su apartamento en Soho con las punteras para arriba, yo entraba en el cine que está al lado del Chelsea Hotel (se ha convertido en mi cine favorito, lo prefiero a esas otras salas cool donde cada cinco minutos te molesta el ruido de los trenes del metro, o huele a hipster que tira para atrás). Allí estaba la señora Margarita, que es mi personaje favorito de todos los que he conocido en Nueva York, y que todavía no sé si trabaja en la cafetería, si es la señora de la limpieza o es la proyeccionista (puede que sea las tres cosas a la vez, Margarita puede hacerlo todo porque todo lo sabe), ella me recomienda restaurantes, lugares secretos o difíciles de encontrar o que ni existen ni jamás existirán. Ella me contó lo de la muerte del actor australiano. A esa misma hora el conejo de la novia de Mickey moría de un infarto al corazón, había estado comiendo muchas golosinas últimamente. Minutos antes de la muerte del conejito, Lee esperaba con su digital camera a que el cuerpo de Heath Leger abandonase su carísimo apartamento en Soho, para tomar unas cuantas fotos; pero una serie de comentarios morbosos de la muchedumbre le hicieron abandonar el lugar, entre lágrimas e indignación se fue a casa sin ninguna foto del cadáver o, al menos, de su funda. Hoy Mickey le preguntaba a Lee que dónde podía comprar una de esas cosas para cavar en la tierra y si se necesitaba alguna licencia especial para enterrar conejos en Central Park.
Margarita me decía que nuestro problema es que pensamos que no nos vamos a morir nunca y eso es lo que nos lleva a perder el tiempo haciendo cosas estúpidas o a cometer estupideces como suicidarse y otras vainas similares.

miércoles, 23 de enero de 2008

El perro del hortelano


NYC Subway, NYC, 2008

Tren.
Si tomas el E train a entre las 7 y las 8 de la mañana te puedes encontrar en cada vagón un par de homeless negros enfundados en sus atuendos oscuros acurrucados en las esquinas, son los nuevos monjes de una nueva década que en la que ya no nos dedicamos al estudio y a la devoción sino a todo lo contrario; enfundados en sus hábitos hediondos, encapuchados para ocultar su mirada y su embriaguez, viven enclaustrados en el metro. Hoy he tomado el E train a las once de la noche.

Si tomas el E train a las once de la noche te encuentras en cada vagón un par de homeless negros enfundados en su miseria, etc. Se pasan la vida allí. Estúpido de mí que pensaba que sólo era por las mañanas.

Andén.
Si hubieses tomado hoy en la green line el tren 6, sobre las once de la noche, a la altura de la calle 23, hubieseis visto a un cerdo grandote, greñudo y mal oliente que, con las piernas un poco arqueadas, y sin bajarse sus pantalones vaqueros Levis 501, se cagaba en la mano y después, con toda la naturalidad del mundo, echaba los excrementos en una papelera. Yo pasaba por allí y el olor casi me hace vomitar. El culo se lo limpió con uno de esos periódicos gratuitos que reparten por las mañanas, que no valen… para casi nada, y después se paseó por el andén con esa misma mano extendida, pidiendo limosna. De la otra mano le colgaba una cadenita brillante, como esas que cuelgan de las cisternas de algunos retretes, que sostenía y balanceaba como si de un látigo se tratase. Metáforas y más metáforas, esta ciudad está llena de metáforas.

Faquir.
Quiero que veáis al faquir. Sale de uno de esos cuartuchos que tiene el metro de Nueva York cada seis o siete vagones, reservado al empleado que se dedica a abrir y cerrar las puertas de los vagones del metro, y se atraviesa la lengua con una aguja de las que usan las abuelas y las menopáusicas para hacer punto de cruz; lo hace lentamente y con lascivia. ¡No es un truco, es un faquir! le dice la madre a la hija.

Tintín.
El perro llevaba uno de esos collarines de plástico transparente en forma de embudo que les ponen a los perros ricos en las clínicas veterinarias del Upper West Side cuando van a revisión. El perrito era blanco, como el Milú de Tintín, y en su cara sólo se distinguían dos botoncitos negros, inquietos, que lo miraban todo con atención. El dueño lo sostenía entre sus brazos y lo miraba mostrando una expresión de entre ternura y asco; era el fiel retrato de una macarena metrosexual. Y ninguno de los que contemplábamos esta estampa divina pudimos evitar que el perro se cagase encima del dueño.

domingo, 20 de enero de 2008

Meteorología:


Subway Inside, Brooklyn, 2008

Domingo frío y despejado, con la línea de metro G (la G line) en obras, parada y desangelada, me espera una caminata hasta la línea azul. Miro por la ventana y pasea capucha enfundada en negro con perro de raza peligrosa atado a un collar de cuero del que tira la rabia y el miedo.

sábado, 19 de enero de 2008

Mail a mi poetisa favorita.


Untitled, Portobello, London, 2007

La felicidad pura consiste en un estado de ánimo en el que no existen necesidades. Líbrate de cualquier tipo de necesidad y alcanzarás la felicidad más pura, como el agua pura. Claro, que muchos prefieren el agua azucarada o el agua avinagrada (los más perversos), ahí es donde comienzan todos los problemas.
Hoy he tomado café con leche, un yogurt sabor latino, un bombón de tofe y leche, un caramelo mentolado, una loncha de jamón de york, un chusquito de pan duro y un pepinillo gordo.
Me he fumado un porro y me he hecho una paja. Ahora no tengo necesidad alguna de nada. Voy leer un rato la Biblia de los testigos de 'Jehoback' y después me iré al cine a ver la última de los Cohen.

viernes, 18 de enero de 2008

Brooklyn Bridge


Señora en Brooklyn Bridge, NYC, 2008

Brooklyn Bridge es el gran coño altísimo y alargado del que nace Manhattan. Al pisar Manhattan, saliendo del gran coño colgante, ves como desaparece Brooklyn, el otro hijo de Nueva York, e intuyes que nació del otro agujero, del de la parte de atrás.

Luces de colores,


foto: Francesco Fantini/Luis M. Pla

«Mientras más cultiva el hombre las artes, menos se empalma».
H. Miller