martes, 29 de enero de 2008

Happiness


St.Mark St. NYC, 2008

Entré al herbolario en busca de esas pastillas de la felicidad que publicitaban unos carteles multicolores en los vagones del metro.
- Me da usted dos cajas de pastillas de la felicidad y me dice qué pasa si me las tomo todas de una vez- pregunté a la dependienta.
- Oye mi tigre, que no es pa tomalas todas a la vez -me respondió la dependienta dominicana.
- Bueno, eso es asunto mío -le dije sonriente-, sólo quiero que me diga que efectos secundarios tienen, porque ¿es un medicamento o sólo una especie de placebo?
Es que yo soy un nuevo nihilista neoyorquino y las necesito todas a la vez, pensé.
- Mira lo más que te va a pasar, mi tigre, es que te entre una diarrea grande, pelo no son pa tomalas a la vez que luego…
- Que luego qué -le interrumpí.
- Que luego nada, que son malas pal el etómago, vamos que te vas a cagar -y soltó una carcajada de bruja mala.

Estoy sentado en el WC, esperando sus efectos secundarios y leyendo poesía. Al parecer las pastillas funcionan, estoy perfectamente. Perfectamente feliz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sed: actualiza. O esto se convertirá próximamente en basura espacial. Ferdydurke
(¿Qué hay de visitarte en junio y/o llevarte al huerto?)

Anónimo dijo...

Tus sospechas iban bien encaminadas, las pastillas eran un placebo.
Es vox populi que no hay nada que haga a un hombre más feliz que leer poesía defecando, exceptuando casos de almorranas y fístulas claro.

Ya eras nihilista antes de irte.

Echaba de menos leerte.

Valentine dijo...

Podéis visitarme cuando queráis, os agradecería que lo hicieseis, la única condición es que no coincidáis con los invitados de las otras inquilinas, no me gusta demasiado hacer vida social y odio socializar a mis amigos con sus amigos.