sábado, 26 de abril de 2008

El dedo acusador


Parecidos razonables, Azmérica, S XXI

Cuando trabajaba como teleoperador mi frase favorita, y que repetía una y otra vez, era: estamos... trabajando... en ello; yo la pronunciaba con ritmo pausado, con un acento hispano-tejano o pseudocaliforniano, como imitando a un presidente del gobierno con parálisis labial, frontal y occipital. La mayoría de los usuarios de los servicios de internet de la compañía para la que trabajaba, me llamaban molestos y malhumorados, pero terminaban convencidos de que estábamos trabajando en algo y que, tarde o temprano, les solucionaría algún problema.

Mientras Obama y la Clinton se pelean, los responsables de marketing y restauración de muebles antiguos del partido republicano han contactado con los responsables de hinchar y deshinchar al muñeco que personalizaba a Juan Pablo Segundo, cuando se paseaba entre los fieles al aíre libre, y los que manejaban su marioneta de cartón piedra en sus apariciones en la Plaza del Vaticano. Al cadáver del papa le mantuvieron ambulante más de un año; ahora el reto es mayor: logran que la estampa de Mc Caín, se mantenga errática cuatro años de gobierno, las encuestan le dan ganador. En Estados Unidos hasta una marioneta puede vencer en las elecciones a un negro o a una mujer.

El dedo acusador gusta, y los políticos lo saben. El dedo acusador de los políticos tiene toda la fuerza y arrogancia que un estúpido necesita para sentirse tranquilo votando a un partido de derechas, el dedo acusador es un símbolo de poder en el que se reflejan las esperanzas de muchos incautos depositando la confianza en un voz que dice: estamos... trabajando... en ello.

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