domingo, 30 de marzo de 2008

Autopsia


Zapatillas Nocilla dream, Brooklyn, 2008
Te puedes sentir muy solo después de salir del cine a la 2 de la mañana. Pero contento. Eraserhead (1977), un niño indeseado, prematuro y monstruoso que aparece en tu vida, una familia que no deseas que se mete en tu vida, un final trágico para tu cabeza: goma de borrar. El blanco y negro tan expresivo como el brotar de la sangre fresca. Puro tocomocho (es la traducción libre que hago del Neoyorkino al español), dice un viejo verde; pues vete de putas si no te gusta David Lynch, piensas, ¿para qué vienes, para hacernos dudar?

Muy solo, pero contento. ¡Qué cojones! es Nueva York, son las 2 de la mañana, y no hace frío. Te sientes rico: tomas un taxi. Que le jodan al metro, es para la muchedumbre mal oliente, piensas mientras cruzas el puente de Brooklyn y miras por la ventanilla del taxi amarillo conducido por un paquistaní que cuenta dólares mientras conduce. Las luces te parecen maravillosas. Te vienen al la cabeza todos esos ídolos que han podido ver esto antes: Chaplin, Henry Miller, Pedro Erquicia… Le dejas al taxista dos dólares (y no te quejes, piensas, que hoy no te he vomitado dentro ni te he quitado las llaves para tirártelas al mar). Te sientes satisfecho; por eso te vas a tomar una rápida a tu bar preferido en Bedford Ave., hipsterlandia, y terminas suplicando a la camarera que se case contigo, porque no eres como los demás hipsters, porque eres el fotógrafo de las estrellas, porque la adoras y admiras cómo tira las cañas (con espuma, que no es común en Nueva York) y la ofreces un laísmo perenne y un futuro maravilloso: porque no va a tener que conocer nunca a una suegra gorda, porque dormirá siempre con un poeta maldito dispuesto a estar escribiendo con sus manos miles de poemas por todo su cuerpo toda la vida (como Andy y Lucas) y que no tendrá ningún escrúpulo a la hora de usar viagra.

Al final la camarera resultó ser polaca, no de Massachuset, como la habías imaginado. Sacas a relucir una de tus teorías, esta vez sobre la gran comunidad Neoyorquina de polacos flipados con Juan Pablo Segundo ("te quiere todo el mundo", oh yeah!): todos tienen una visión maniquea muy peculiar a la hora de juzgar todo: distinguen entre cosas buenas, las que dan dinero, y cosas malas, las que no lo dan o no dan lo suficiente.

Un cigarrillo juntos (con la polaca liberal-creyente): eres el tío más gracioso que me he encontrado en mucho tiempo, después de mi marido, dice la polaca católica camarera de un bar de Brooklyn en territorio hipster, deberías estar en la tele. Y tú en la cama, piensas. Es hora de irse a casa, en el G train, que es como Godot.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No vuelvas a pronunciar el nombre de Juanpa en vano. Si no lo has conseguido con esa polaca, la que sea, te lo advierto: eres el último mohicano, prepárate para bodas, juax, juax, juax.

Rotoreliefs dijo...

La próxima coge el A train, que te lo tengo dicho, te pones las bolsas en los pies, aunque no nieve, y si tienes huevos ofrece a los viajeros tu mejor imitación de Ella Fitzgerald. Quiero que nos lleves por todos estos sitios, incluso los que odias.